Escrito por: IBRAHIM BARZAK
CIUDAD DE GAZA. AP.
La Ciudad de Gaza, donde viven unas 400.000 personas, dejó de tener agua potable cuando se acabó el combustible que alimenta las plantas eléctricas que posibilitan el bombeo. Mientras en el exterior la gente ve lo que sucede por televisión, aquí nos enteramos de las noticias escuchando radios que funcionan con pilas. Las tiendas de comestibles están cerradas y escasean los alimentos.
Los hospitales dicen que más de 600 palestinos murieron en la ofensiva de Israel contra Hamas, al movimiento radical islámico que gobierna Gaza. Buena parte de las víctimas son civiles.
En el tercer día de los bombardeos aéreos israelíes, el edificio donde vivo fue alcanzado por bombas dirigidas a un complejo gubernamental cercano que ocupaban militantes de Hamas. Mi hermano sacó una foto de la habitación donde alguna vez durmieron mis hijos, Hikmet, de dos años, y Ahmed, de seis meses. Sus juguetes estaban rotos, las balas de metralletas habían perforado el armario y la pared de la habitación se había venido abajo. No sé si podré volver algún día.
El ejército israelí difundió un video del ataque al complejo de Hamas, el cual fue colocado en YouTube. Se observa el momento en que mi edificio es bombardeado. Veo el video obsesivamente. El martes estuve frente al edificio, pero no me animé a entrar. Temía que en cualquier momento volviesen a bombardear lo que quedaba del complejo de Hamas.
Al volver al centro de la Ciudad de Gaza, tomé la avenida en la que se encuentran las dos principales universidades que tenemos. Estaba cubierta de vidrios rotos, de cables de teléfonos y del tendido eléctrico, y de autos inutilizados.
El único negocio que encontré abierto fue la farmacia de mi amigo Eyad Sayegh. Es un cristiano ortodoxo. Me detuve para desearle una feliz Navidad. Las iglesias orientales celebran la Navidad el 7 de enero. Eyad me dijo que se había olvidado de que era la Navidad. Todos los edificios importantes que yo frecuentaba como periodista han desaparecido.
El Seraya, de la época colonial, fue la sede de los servicios de seguridad de una cantidad de gobiernos, incluidos los de los británicos, los egipcios, los israelíes, la Autoridad Palestina y la gente de Hamas. Seraya, donde se encuentra la principal cárcel, inspiraba miedo. Hoy no existe. De la oficina presidencial con vista al mar solo quedan algunos muros.
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