Agencias.-Omid Reza Mir-Sayafi, un bloguero iraní condenado por insultos al líder supremo y al fundador de la República Islámica, murió el pasado miércoles en la prisión de Evin en circunstancias confusas.
Las autoridades aseguraron que se había tratado de un suicidio. Sin embargo, tanto la familia como varias organizaciones de derechos humanos denuncian que no recibió atención médica y han pedido una investigación. Su caso aumenta el temor sobre la suerte de otros detenidos por delitos de opinión.
"Responsabilizamos a las autoridades iraníes de la muerte de Omid Reza Mir-Sayafi. Fue injustamente detenido y no le facilitaron la atención médica necesaria", asegura Reporteros Sin Fronteras (RSF) en un comunicado colgado en su página web.
Esta organización de defensa de los periodistas también pide que se establezca "una comisión independiente para determinar la causa de la muerte del joven", resalta elperiódico El País de España en su edición digital en un trabajo fechado en Teherán, bajo la firma de Angeles Espinosa.
Mir Sayafi, de 25 años, se encontraba en prisión desde el pasado 7 de febrero tras haber sido condenado a dos años y medio de cárcel por haber insultado en su blog al líder supremo, Ali Jamenei, y al imam Ruhola Jomeini, fundador de la República Islámica. El bloguero, que siempre negó las acusaciones, ya había pasado 41 días en prisión preventiva cuando fue detenido en abril de 2008 y hasta que salió en libertad bajo fianza.
Su abogado, Mohammad Ali Dadkhah, contó a los periodistas que otro preso, el doctor Hesam Firuzi, trasladó a Mir-Sayafi a la enfermería de la cárcel en estado semi inconsciente el miércoles por la tarde. Sin embargo, el médico que estaba de guardia desestimó su ingreso por considerar que fingía. Según Firuzi, el joven sufría depresión y había recibido una dosis extra de medicamentos. "En su opinión, si hubiera recibido la atención médica adecuada, no habría muerto", concluyó Dadkhah.
Preocupación por otros internautas en prisión
Al hilo de este incidente, la Campaña Internacional por los Derechos Humanos en Irán ha denunciado las condiciones en las cárceles iraníes que califican de "inseguras". "Si las autoridades no actúan rápido para detener a los funcionarios negligentes, reforzarán la impunidad y la falta de responsabilidad", ha declarado su portavoz, Hadi Ghaemi.
Además, el caso ha reavivado la preocupación por otros internautas encarcelados. El pasado diciembre, el portavoz del poder judicial confirmó la detención varias semanas antes de Hosein Derakhshan, el llamado padre de los blogueros iraníes. Derakhsan, de 33 años, acababa de regresar a Teherán tras varios años viviendo en Canadá, donde adquirió la nacionalidad. Aunque no se han hecho públicos los cargos contra él, la prensa canadiense asegura que se le acusa de espiar para Israel, debido a un viaje que realizó a ese país.
Al día siguiente de la muerte de Mir-Sayafi, el cuerpo de Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico más conocido como Pasdarán, anunció el desmantelamiento de "varias redes que habían creado sitios anti religiosos, obscenos y contra revolucionarios". Su comunicado, difundido por la agencia semi oficial Fars, implicaba a 26 personas a las que acusaba de estar apoyadas por "servicios secretos extranjeros" sin especificar. El texto también responsabilizaba a Google y a varias empresas publicitarias de apoyar esas webs.
Control de los contenidos
Desde la irrupción de Internet, las autoridades iraníes han tratado de controlar sus contenidos. Periódicamente lanzan campañas contra las páginas que consideran hostiles al poder o a los valores islámicos. Además, han establecido una fiscalía especial para delitos relacionados con Internet. Según RSF, durante el mandato de Mahmud Ahmadineyad unos 70 blogueros han sido interpelados.
Los detenidos incluyen desde las ciberfeministas Jelveh Javaheri y Maryam Hosseinkhah, que el año pasado estuvieron varias semanas en la cárcel por escribir artículos pidiendo respeto para los derechos de la mujer, hasta Mojtaba Lotfi, un bloguero religioso que cumple una sentencia de cuatro años por difundir los puntos de vista de un ayatolá disidente.
El omnipresente acceso denegado afecta no sólo a las páginas de los grupos de oposición, sino a numerosas fuentes informativas, webs de música e incluso redes sociales. Sin embargo, el pasado febrero se levantó la prohibición a Facebook y YouTube, que desde entonces se han convertido en dos de los sitios más visitados por los internautas iraníes. Algunos sin embargo temen que sea un simple truco para atraerse las simpatías de los jóvenes de cara a las elecciones presidenciales del próximo junio o, peor aún, una forma de identificar las voces críticas que se refugian en esos foros.
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