Opinión.-Para el pensador y divulgador de filosofía español José Ortega y Gasset (1883 - 1955), el ser humano está fatalmente condenado a la libertad. A pesar de que la circunstancia espécifica en que nos ha tocado vivir no la hemos escogido nosotros, nuestro destino no está predeterminado. Ante nosotros se presentan a cada instante alternativas y posibilidades por las que debemos optar. Frente los planteamientos y desafíos que nos opone el entorno, estamos obligados hacer elección. Aún en el caso que decidamos permanecer indiferentes, estamos haciendo opción.
"La Ruptura Generacional" es una obrita no muy extensa, cuyo autor es el joven Milton Morrison. Milton es egresado de INTEC, donde se graduó con honores de ingeniería. Además hizo estudios de post-grado en la Florida, Estados Unidos, y en Inglaterra. Premio Nacional de la Juventud en el 1999. En adición, ha recibido otros reconocimientos no menos importantes y es miembro de honor y asesor del Bloque de Organizaciones no Gubernamentales.
A partir del análisis aspectos tales como la política, la educación, el sistema de salud, rasgos culturales y otros, Milton propone en su obra un diagnóstico de nuestra situación actual. Sobra abundar en detalles ya que es lo que vivimos día por día: un círculo vicioso que se retroalimenta con las peores tendencias de nuestra sociedad, las cuales se han entronizado en los partidos políticos y clases dirigenciales.
En medicina luego del diagnóstico correcto, que no es poca cosa, debe proponerse un plan de tratamiento para restablecer la salud del paciente enfermo. En el caso de la tesis del Sr. Morrison, la solución que él propone es precisamente la ruptura generacional, la sustitución del paradigma vigente, que "abarca a aquellos ciudadanos cuyas acciones y pensamientos han llevado nuestro país hacia un estado de involución institucional, resquebrajamiento del estado de derecho y marginación socioeconómica de a población".
Milton Morrison estuvo en San Cristóbal hace unos días, invitado por Carlos Salazar, otro joven preocupado por la situación actual. En un café de nuestra ciudad Milton se reunió con varias decenas de estudiantes, activistas sociales y políticos (jóvenes también en su mayoría), donde se llevó a cabo un conversatorio cuyo tema principal giró en torno a la idea de "liderazgo fundamentado en valores". Entre otras cosas, el animador afirmaba que debido a que los problemas que gravitan e inciden en nuestra comunidad nos afectan a todos, todos debemos comprometernos en la búsqueda de remedios. No hay solución particular a problemas colectivos. Estamos obligados a actuar, a hacer opción.
El cambio viene de cualquier manera. Los factores que han de producirlo ya están planteados y operando. Sin embargo, frente a nosotros, a una distancia de unos pocos meses, se encuentra la coyontura específica de unas elecciones municipales y congresionales con las que hay que contar. Tenemos cientos de personas que anhelan cargos electivos. Me gustaría pensar que este cuantioso número de aspirantes refleja una vocación de servicio y compromiso. Pero, por promocionarse la inmensa mayoría de la forma convencional en que siempre lo han hecho los anteriores, no puedo evitar sospechar que lamentablemente muchos todavía no han sabido interpretar los signos de los tiempos, y que siguen atados al viejo esquema.
Los funcionarios que elijamos el año próximo van a permanecer en sus cargos por seis años. Tenemos que ser sumamente cuidadosos. El agravamiento de la crisis como consecuencia del acceso a los cargos de personas no aptas nos tocará a todos sin excepción. Tenemos elementos de juicio. Por suerte o por desgracia, muchos de los aspirantes están ejerciendo cargos. Hay diputados que quieren ser síndico; hay síndico que quiere seguir siendo síndico; hay senador que quiere seguir; también diputados. La manera en que se han manejado en sus cargos actuales nos puede dar una idea de la idoneidad y capacidad. Igual la forma en que hacen campaña. Pero también la velocidad con que se han enriquecido y la trayectoria general que han ido marcando en nuestra sociedad.
Vamos a hacer análisis, a cuestionar, investigar. Hay fuentes de información respecto al desempeño de los diputados y senadores, por ejemplo, a las que se puede acceder. Exijamos la exposición de ideas, diganósticos y programas. Propiciemos debates. Lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá consecuencias ineludibles para todos nosotros. Es cierto que hay una crisis, pero toda crisis también comporta una oportunidad de cambiar, de crecer, de transformar. Pero el cambio no vendrá de arriba. A quien le está yendo bien (demasiado bien en algunas ocasiones), posiblemente no quiere cambios. El cambio tenemos que buscarlo y propiciarlo nosotros.
A partir del análisis aspectos tales como la política, la educación, el sistema de salud, rasgos culturales y otros, Milton propone en su obra un diagnóstico de nuestra situación actual. Sobra abundar en detalles ya que es lo que vivimos día por día: un círculo vicioso que se retroalimenta con las peores tendencias de nuestra sociedad, las cuales se han entronizado en los partidos políticos y clases dirigenciales.
En medicina luego del diagnóstico correcto, que no es poca cosa, debe proponerse un plan de tratamiento para restablecer la salud del paciente enfermo. En el caso de la tesis del Sr. Morrison, la solución que él propone es precisamente la ruptura generacional, la sustitución del paradigma vigente, que "abarca a aquellos ciudadanos cuyas acciones y pensamientos han llevado nuestro país hacia un estado de involución institucional, resquebrajamiento del estado de derecho y marginación socioeconómica de a población".
Milton Morrison estuvo en San Cristóbal hace unos días, invitado por Carlos Salazar, otro joven preocupado por la situación actual. En un café de nuestra ciudad Milton se reunió con varias decenas de estudiantes, activistas sociales y políticos (jóvenes también en su mayoría), donde se llevó a cabo un conversatorio cuyo tema principal giró en torno a la idea de "liderazgo fundamentado en valores". Entre otras cosas, el animador afirmaba que debido a que los problemas que gravitan e inciden en nuestra comunidad nos afectan a todos, todos debemos comprometernos en la búsqueda de remedios. No hay solución particular a problemas colectivos. Estamos obligados a actuar, a hacer opción.
El cambio viene de cualquier manera. Los factores que han de producirlo ya están planteados y operando. Sin embargo, frente a nosotros, a una distancia de unos pocos meses, se encuentra la coyontura específica de unas elecciones municipales y congresionales con las que hay que contar. Tenemos cientos de personas que anhelan cargos electivos. Me gustaría pensar que este cuantioso número de aspirantes refleja una vocación de servicio y compromiso. Pero, por promocionarse la inmensa mayoría de la forma convencional en que siempre lo han hecho los anteriores, no puedo evitar sospechar que lamentablemente muchos todavía no han sabido interpretar los signos de los tiempos, y que siguen atados al viejo esquema.
Los funcionarios que elijamos el año próximo van a permanecer en sus cargos por seis años. Tenemos que ser sumamente cuidadosos. El agravamiento de la crisis como consecuencia del acceso a los cargos de personas no aptas nos tocará a todos sin excepción. Tenemos elementos de juicio. Por suerte o por desgracia, muchos de los aspirantes están ejerciendo cargos. Hay diputados que quieren ser síndico; hay síndico que quiere seguir siendo síndico; hay senador que quiere seguir; también diputados. La manera en que se han manejado en sus cargos actuales nos puede dar una idea de la idoneidad y capacidad. Igual la forma en que hacen campaña. Pero también la velocidad con que se han enriquecido y la trayectoria general que han ido marcando en nuestra sociedad.
Vamos a hacer análisis, a cuestionar, investigar. Hay fuentes de información respecto al desempeño de los diputados y senadores, por ejemplo, a las que se puede acceder. Exijamos la exposición de ideas, diganósticos y programas. Propiciemos debates. Lo que hagamos o dejemos de hacer tendrá consecuencias ineludibles para todos nosotros. Es cierto que hay una crisis, pero toda crisis también comporta una oportunidad de cambiar, de crecer, de transformar. Pero el cambio no vendrá de arriba. A quien le está yendo bien (demasiado bien en algunas ocasiones), posiblemente no quiere cambios. El cambio tenemos que buscarlo y propiciarlo nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario