miércoles, 23 de septiembre de 2009

Te amo adrede.....

Orlando Alcántara*

Te amo adrede:
Sin citas, sin horarios.
De maldad, a propósito,
Adrede yo te amo.
Para que no tengas excusas,
Para que tengas quien te ame.
Te amo aunque no me ames,
Pese a que crees que no te amo.
Te amo sin subterfugios,
Sin artimañas ni acrobacias.
Como el primer día Yo a ti te amo.
Y no me canso de amarte,
Mujer de inmensidades,
Mujer de plenilunio,
Mujer de profundidades.
Te amo adrede,
De maldad y a propósito,
Para que mi amor en ti resuene
Y te haga parir hijos hospitalarios
Y te haga andar risueña por las calles
Y te haga soñar despierta porque te amo.
Dame un poco de ti,
Mujer de mis venas más recónditas,
Dame todo de ti,
Mujer de mis corazonadas más ciertas,
Dame lo que a ti no puedo darte,
Para ser lo que más quiero en ti ser.
Porque quiero ser remanso,
Quiero ser refugio,
Quiero ser aldaba,
Quiero inocularte de amoríos apócrifos
Y que rebose mi copa con tu amor desaforado,
Y que se extasíen mis soles con tus sienes amánticas,
Y que se desvivan mis días con tus noches doradas.
Quiero ser tu todo,
Para que seas mi plenitud más íntima.
Quiero ser tu otredad,
Para que seas mi mismidad más íntegra.
Quiero desperezarme en tus toldos
Para detener el sol en tus atrios.
Dame un poco de ti. Dame un todo de ti.
Dame un algo de ti. Dámelo todo.
Dámelo ahora. Dámelo siempre.
Por eso a ti yo te amo adrede.
Porque sabes darte entera.
Porque sabes darte en invierno.
Porque sabes darte en tu vuelo.
Revoloteas y aleteas, alondra.
Revoloteas y aleteas, ruiseñora.
Revoloteas y aleteas, mariposa de fuego.
Eres mi ánfora y mi cayado.
Eres mi soliloquio y mi jitánfora.
Eres mi brújula y mi designio.
Cálmame, aquiétame.
Apacíguame, desinquiétame.
Arrúllame, desperézame.
Te amo adrede, mujer de siempre,
Para que sepas que a ti Cristo te ama,
Como también a mí me ama.
Te amo adrede, mujer, sin aspavientos,
Para que sepas que Cristo a ti te ama.
Del mismo modo que a mí me ama.
En el pre-tiempo de nuestro Universo.
En el Génesis de nuestra Biblia.
En el Apocalipsis de nuestros días.
En el pendón de Su Cruz horrenda.
En la audacia de Su Tumba Vacía.
En la maravilla de Su Ascensión.
En el asombro de Su Segunda Venida.
Torrente pluvial, eres mía.
Por eso adrede yo te amo.
Barcaza y peldaño,
Alforja y petardo,
Cerrojo y candado,
Mía, siempre mía.
Adrede te amo
Para que me ames plena.
Adrede te amo
Para que me ames ciega.
Adrede te amo Para que me ames:
Tiemblas.
Tremor de insomnios,
Pasión de sienes,
Temblor en cierne.
Ámame con tu silencio,
Con tu palabra y tus gestos.
Ámame con tu sonrisa,
Con tu mirada y tu aleteo.
Ámame con tu ternura,
Con tu séquito de mieles.
Yo así te amo:
Te amo adrede,
De maldad, a propósito,
Sin citas, sin horarios,
Sin agendas, sin intereses.
¡A sueldo fijo te amo,
mujer mía, mujer de siempre!
¡Sin plazo fijo te amo,
mujer mía, mujer de mujeres!
¡A sueldo fijo te amo,
mujer mía, mujer de mis sienes!

El autor es escritor

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