El pasado sábado 13 de junio en la Bienal Nacional del Cuento en San Cristóbal pudimos constatar la preocupación visceral de Ángela Hernández por la trascendencia universal más allá de cualquier feminismo.
Hernández disertó sobre la cuentística femenina dominicana y en una de sus intervenciones después de su exposición principal de carácter feminista nos habló del deseo de trascendencia que nos debe motivar a todos los escritores sin importar el asunto del género.
En este momento crucial de su intervención Hernández enfatizó lo importante que es para un autor o autora saber que tiene un público lector que sigue mediante la lectura sus desvelos intelectuales.
Este sentido de trascendencia dotó a las palabras de Ángela un aliento universal en el que todos nos identificamos, pues todo escritor desea trascender, dejar una huella, darse por entero en el acto de la escritura, ser leído por cualquier ser humano que puede re-crear nuestros mundos imaginarios y sentir empatía por nuestros desvelos y nuestro quehacer literario.
Ángela Hernández en pocas palabras se mostró emotiva al abordar el tema de la trascendencia y sus palabras fueron verdaderamente contundentes.
La ponencia de Manuel Salvador Gautier sobre la cuentística de Hernández sirvió para corroborar el aliento universal en la literatura de la autora bajo escrutinio y consideramos que su alcance va más allá del simple feminismo y se adentra de lleno en el campo de las vivencias humanísticas más acendradas en que nuestra motivación es expresarnos, dar a conocer nuestro mundo interior en cada palabra, en cada página del libro, más allá de cualquier asunto parcialista respecto al género.
De este modo, Ángela Hernández asume una posición universal ante el acto de escribir y va más allá de cualquier feminismo simplista. Eso nos gusta y nos motiva. Así vemos en Ángela Hernández una madurez humanística que trasciende fronteras ideológicas manieristas. Su preocupación es válida, pues todos queremos trascender y la mayor capacidad de trascendencia la tenemos al encontrarle sentido a la vida en las páginas de la Biblia.
Por eso cité a Teresa de Jesús y su soneto “Al Cristo Crucificado”, el mejor poema cristiano de todos los tiempos escrito por una mujer como muestra de una singularidad que nos lleva a la reflexión sobre la igualdad de género a pesar de la exclusión histórica de la mujer en el ámbito intelectual.
Y es que la trascendencia que busca Ángela Hernández es esa misma trascendencia que no tiene fronteras, que no tiene nada que ver con el género. Su preocupación es una preocupación humanística y universal. Y a lo largo de la Historia hemos tenido muchas singularidades femeninas. Por ejemplo, el ser humano más grande del mundo es una mujer: María, la madre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Dios Hecho Hombre, no ser humano).
Después de María, el ser humano más grande es Abraham, padre de la fe. En cuanto a la literatura latinoamericana, el primer Premio Nobel lo obtuvo una mujer: Gabriela Mistral. ¿Y qué decir de Teresa de Calcuta, entre otras grandes mujeres? Esas son singularidades que apuntan a la reflexión sobre los debates en torno al género. En cuanto a la preocupación de trascendencia de Ángela Hernández desde luego que es absolutamente válida.
Las puntualizaciones de Hernández en la Bienal Nacional del Cuento nos parecen muy valiosas y muy enjundiosas y nos enriquecen a todos en esta actividad literaria de indudable trascendencia. La Bienal se ha constituido en poco tiempo en un espacio plural y abierto de innegables aportes a la cuentística dominicana.
Esta Primer Bienal Nacional del Cuento es coordinada por la Fundación Literaria Aníbal Montaño y los ideólogos Ramón Mesa, Ysabel Florentino, Edwin Castillo y Jesús Cordero. Desde ya le auguramos feliz desenvolvimiento a las próximas actividades de la Bienal.
Felicidades en Cristo Jesús. Orly.
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